Parafina

La parafina se utiliza como tratamiento terapéutico de diferentes lesiones como: alteraciones vasculares, artrosis, artritis, bursitis, contracturas, dolores o espasmos musculares, edemas, inflamaciones, fibrosis, tendinitis, torceduras ya que gracias a sus múltiples propiedades disminuye los dolores localizados.

El calor de la parafina es un gran estimulante que logra que el flujo de sangre en las venas aumente, provoque la relajación de los músculos, así como la disminución de contracturas y espasmos musculares.

Se introduce los codos, las manos y las muñecas en el recipiente de la parafina caliente a una temperatura que oscila entre los 50 y los 55 grados, que no tiene olor, con los dedos bien separados para que la parafina cubra bien toda la superficie. La parafina se suele utilizar en estado líquido para que otorgue los máximos beneficios posibles, alcanzando así las capas más profundas y proporcionando una alta hidratación en la piel.

Después de varias inmersiones del miembro afectado se espera a que la parafina se solidifique, se envuelve con plástico y a continuación con una toalla para evitar la pérdida de calor, se mantiene así durante unos 10 minutos y se retira la cera. Es importante no mover el miembro afectado mientras está cubierto con parafina, para que esta no pueda romperse.

¿Para quiénes está contraindicado?

  • Personas con Cicatrices Recientes.
  • Personas con Afecciones Dermatológicas (Piel Sensible, Dermatitis, Prurito, Heridas Superficiales, etc.).
  • Personas con Problemas Circulatorios (Varices, Arañas Vasculares, Flebitis, etc.).
  • Personas con Infección Activa.
  • Personas con Diabetes, Flebitis o Trombosis.
  • Personas que presenten Reacciones Alérgicas a la Parafina.
  • Personas en estado Cardiovascular Inapropiado.

La parafina logrará tras varias sesiones que el dolor del paciente disminuya así como la rigidez en articulaciones y la eliminación del exceso de líquidos en el tejido, logrando recuperar poco a poco la movilidad en la zona.